LARGO PÉTALO DE MAR
Por: Isabel Allende
Hay dos clases de literatura. Una es la perfeccionista, que busca pulir el lenguaje al máximo, estilo James Joyce. Otra es la que cuenta, que narra y que, para mí, no es menos que la primera. Valga recordar que la literatura se inició en las cavernas, de manera oral, cuando uno que otro dotado de talento contaba historias cuando otros pintaban en los muros. Gracias a aquellas tradiciones orales, antes de que se iniciara la escritura, nos legaron muchas leyendas. No olvidemos a Sherezade, quien, según el cuento tradicional de las Mil y Una Noches, a fin de mantenerse con vida, le contaba al Sultán un nuevo relato cada noche, teniendo muy en cuenta dejárselo en la parte más interesante para, y esto es lo más bonito, ganar ella un día más de vida. Es fantástico pensar que la literatura puede salvar vidas. ¿Tal vez, entonces, sí sirve para algo?
Este preámbulo para contarles que Isabel Allende me ha acompañado a lo largo de mi vida. La descubrí cuando yo tenía veinte años y estudiaba literatura. Acababa de comprar su primera novela, La Casa de los Espíritus, y un amigo me la recomendó con esta sinopsis: es la historia de lo que somos. Apenas la tuve en mis manos, la leí, mejor dicho, la devoré. En casa, todos la leyeron, y yo comentaba sin cesar con mi tío Simón, con mi mamá y con mi hermano Juan Esteban sobre las locuras y las maravillas de cada uno de sus personajes. Isabel siguió sacando novelas y yo seguí leyéndolas, todas fascinantes, aunque ninguna a la altura de la primera.
Con los años descubrí que ella era un personaje bastante controversial en el mundo de las letras. Personas a quienes yo respetaba afirmaban que no era tan buena. Sin embargo, ella siguió publicando y vendiendo, de manera que ahora es una de las autoras más leídas de Hispanoamérica. Me cuestiono si solo eso no merece respeto. En cambio, autores reputadísimos y con críticas repletas de exaltados elogios no son leídos más allá de sus primeras páginas por lo aburridos o densos. En lo personal, Allende me ha salvado en algunas situaciones pues sus obras me permitieron huir de ciertas realidades muy duras. Amé Paula. Amé El Plan Infinito.
Cabe decir que apenas salió Largo Pétalo de Mar, su última novela, me senté a leerla y me fascinó. Sinopsis: una historia que abarca desde 1936 hasta 1983, y que aborda la guerra civil en España y el golpe de estado en Chile contra el presidente Salvador Allende. Yo no soy fanática de la historia, pero me encanta cuando me la cuentan de manera novelada, divertida, casi como que fuera una aventura. Esto no sucede a menudo ya que los historiadores tienden a ser académicos aburridos. Hace poco comencé a ver un documental sobre la guerra civil española, probablemente muy bueno, pero me pareció tan lento y aburrido, ah, y largo. Sin embargo, después de leer a Allende, podría decir que ahora lo vería con otros ojos, pues ella logró atraparme en esa etapa de la historia y así adquirí un conocimiento básico.
No tengo miedo de admitir mis falencias, inclusive en público, y es mucho todo aquello que no aprendí de joven por haber sido autodidacta. Significa que sé de bastantes cosas a medias, ninguna en profundidad, y aquí incluyo la literatura y el cine. Pero, una cosa que sí tengo clara es cuánto valoro el saber atrapar a un lector. En esta época en que la literatura tiene tanta competencia de las redes sociales, del micro todo incluido el micro teatro, es decir, en un mundo donde ya casi nadie puede enfocar su atención más de veinte minutos, el dejarse llevar por una larga novela es maravilloso. Eso ya lo vale todo.
Puntualmente, hubiera querido que Allende profundice en más personajes y escenas, y le reclamaría el que la novela no tenga unas cien páginas más. Me las hubiera leído, y creo que muchos otros lectores también. Pero, sobre todo, le agradezco su valentía, su capacidad como escritora de seguir contando historias cuando ella ya bordea los ochenta años. Eso me infunde esperanza. Me significa que yo podré seguir escribiendo, que esta profesión no se acaba cuando se extingue la energía de la juventud y la belleza. Tal vez los hombres sean más críticos porque, definitivamente, hombres y mujeres tenemos gustos distintos. Novelas que encantan el género femenino no le llaman la atención al género masculino y viceversa. Dicho esto, es un craso error alegar que la literatura para mujeres sea un género menor. Como dije antes, fallas podrá tener esta obra, sin embargo, su capacidad de cautivar y mantener su intensidad, la tienen muy pocos autores. En cambio, Isabel Allende, las derrocha al por mayor.
Recomiendo esta novela. Les va a gustar. En este momento quisiera que vuelvan a mis ojos Roser, Víctor, Aitor, Guillem y Carme, personajes maravillosos de esta historia. La verdad, fui invitada a ingresar en sus vidas, en la ocupación de los franquistas, en el drama de los republicanos, en el horror del golpe de estado en Chile contra el sueño de una revolución que, quizás falló, pero en la que muchos creímos en su momento, cuando éramos jóvenes e ingenuos, y asumíamos que había líderes con ideales, no solo políticos ambiciosos y corruptos. Gracias, Isabel, por una linda novela.
NOTA: 8 / 10
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