THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI
(El Puente sobre el Río Kwai) – 1957
Director: David Lean
Actor: Alec Guinness
De tiempo en tiempo, me da por volver a ver ciertos filmes viejos. El anterior fin de semana me deleité con El Puente sobre el Río Kwai, no solo un clásico, sino un peliculón que ganó 7 Óscares, incluyendo mejor película, mejor actor y mejor director. ¡Y los mereció todos!
En 1942, los ingleses en Singapur sufrieron una estrepitosa derrota a manos de los ejércitos japoneses. Un grupo de soldados ingleses, prisioneros de guerra, fue llevado a la recóndita selva de Burma (hoy Myanmar) para construir un puente importantísimo para el ferrocarril que aprovisionaría el ataque japonés a la India. Si bien esta es una película de guerra, hay poca violencia porque los verdaderos conflictos que le tornan un filme superlativo, son subyacentes. Primero, el conflicto entre los principios y tradiciones de los (temporalmente) victoriosos japoneses frente a los de los ingleses, encarnados en la figura de su comandante coronel Nicholson, personaje interpretado espléndidamente por Alec Guinness. Esta confrontación se extiende a lo largo de toda la película.
El segundo conflicto, que emerge recién en el último tercio, enfrenta la lealtad del coronel Nicholson hacia “su” puente y hacia el enorme esfuerzo desplegado por su tropa contra unos comandos ingleses dispuestos a dinamitar el puente a toda costa.
Como toda película de la época, es demasiado larga y, a veces, lenta. Pero, estos defectos son abrumadoramente compensados por su trama ingeniosa, su guion magnífico, y por las sucesivas preguntas que le plantea al espectador que mira más allá de lo superficial. En todo caso, mi hijo de 14 años la disfrutó, sobre todo al final y hasta se puso a comentarla al día siguiente. Totalmente recomendada.
NOTA: 9,5 / 10
WUTHERING HEIGHTS
En castellano: Cumbres Borrascosas
Por: Emily Bronté
“Proud people breed sad sorrows for themselves”. “La gente orgullosa engendra tristes penas para sí mismas”.
La leí a los 10 años. La he vuelto a leer y releer. Creo que he visto todas las adaptaciones que se han hecho en el cine, incluida la telenovela venezolana interpretada por José Barbina. Desde niña me fascinó la historia de este apasionado amor condenado al fracaso, pero que perduraría inclusive después de la muerte. La novela cuenta la historia de Catherine Earnshaw y su amante Heathcliff. La ambición de ella por convertirse en una gran dama y los celos desenfrenados de él. Su capacidad de herirse mutuamente y, a la vez, de amarse con locura. Su crueldad desmedida y su total ausencia de empatía hacia quienes se les acercaban, disfrutando al tiempo del dolor ajeno. Cuando era joven me apasionaba esta historia. Ansiaba vivir algo parecido, con locura, con pasión. El frío páramo inglés que se convierte en uno de los personajes de la novela, me recordaba los fríos páramos de la Sierra ecuatoriana.
Esta es la única novela que escribió Emily Bronté, quien falleció con apenas 30 años. Admiro muchísimo a la autora por su enorme capacidad de percepción psicológica, a pesar de que ella vivió alejada del mundo. Parece increíble que una mujer tan joven pudiese haber desnudado la naturaleza humana y el siempre presente crudo deseo sexual, no obstante que ella era muy tímida y seria. Esta novela, con elementos de ficción gótica, se publicó en 1847 bajo un seudónimo. Si bien hoy se considera un clásico, a la época fue tremendamente controversial porque cuestionaba los ideales puritanos de la era de la reina Victoria, cuando primaban la hipocresía y la falsa moral.
Esta obra tan bien escrita ha servido también de base para muchas otras historias de amor en la literatura universal. Aquí priman el dolor, la pasión, los impulsos, el odio, el rencor, el orgullo y, además, el amor. Aquí se demuestra cuán fácil es destruir. Teniendo su felicidad al alcance de sus manos, los protagonistas prefirieron descender al fango y no fueron capaces de salir de allí. La recomiendo al cien por cien.
NOTA: 10 / 10
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