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Carta 34 - Reencuentros

¡Por Dios, señora qué pasa! Parecía loca, a las doce de la noche estaba clavada de cabeza en el segundo basurero del Johnny Rockets del aeropuerto de Quito, sacando todo como desaforada. ¡Ayúdenme, no se queden ahí parados! Tenía salsa de tomate, mayonesa en el pelo, las manos llenas de grasa y sudaba a chorros. Esa carpeta tenía que aparecer. Apenas diez minutos antes me encontraba en elcounter de American Airlines pidiendo que acreditaran mis millas que no lo habían hecho y les había mostrado mi pasaporte, mi pase a bordo y todo estaba bien. Ahora al querer abordar y siendo casi los últimos, pues me fui al duty free a comprar cigarrillos para mi hija, la carpeta que contenía los pasaportes y los pases a bordo había desaparecido misteriosamente y el corazón comenzó a latir a mil. Cabe decir que Tiag y yo tenemos un karma con la pérdida misteriosa de pasaportes así que los dos nos paralizamos. Le dije que no se moviera y yo salí a carrera, primero al duty free y luego al Johnny Rockets donde habíamos comido, nada. Nos vamos a quedar, pensaba mientras corría como una loca, acompañada de un miembro de American que me miraba con pena. Yo le pedía a la asistente que no le dejara salir al avión. Ella me respondía que aquello era imposible. Regresédesesperada. Tiag me anunciaba un infarto. Empecé a arranchar las carpetas de todos, tan enloquecida estaba. Nada. Volví a correr al duty free. Rezaba con todas mis fuerzas, volví y de pronto en el counter algo: era la carpeta que se había mimetizado y nunca la vio nadie. El counterera de color azul, la carpeta era del mismo tono, nunca más vuelvo a comprar una carpeta azul. Amarillo fosforescente o fucsia para la próxima. Todos aplaudieron y Tiag y yo corrimos. Fuimos los últimos pasajeros. La puerta se cerródetrás nuestro. Era la 1 de la mañana y nos íbamos a Boston a ver a nuestra Morganita. Sudaba tanto que las gotas corrían por mi frente y por la espalda. Y yo que pensaba dormir; la adrenalina duró hasta las 3 de la mañana. Tiag y yo sólo nos abrazamos. Y caí rendida de 3 a 6, hora en que aterrizamos en Dallas. Ya estábamos en Estados Unidos donde comimos el desayuno más rico de nuestras vidas. Esta vez no íbamos a París a ver a Nadia,íbamos a ver a Morgana quien me había advertido que si no llegaba a minutos de su dorm ni soñara con verla, porque tenía mucho que estudiar. Conseguí una joyita donde somos felices a dos cuadras. ¿Dos cuadras? reclamó Morgana. Es mucho. Pero no, ahora está feliz con nosotros y nosotros con ella. Ya trajo su teclado y practicaconducting mientras yo leo, dormito o escribo. Cuando cae la tarde, la esperamos a que termine de estudiar, y salimos a pasear, Newburry Street que es la calle más hermosa, Newburry Comics, el segundo hogar de Tiag, ya todos le conocen. Y yo, que como siempre que salgo, soy feliz paseando, reflexionando, amando la nieve y el sol de Boston que ahora se mezclan con la llegada de la primavera. Pensando que soy una señora glamorosa me coloco mis gafas rosadas que tienen una historia larga. Estas gafas llegaron a mi vida por primera vez hace como cinco años, me las robaron cuando fuimos a presentar la peli No Robarás en Cuenca. Las conseguí nuevamente porque soy terca, en otro viaje y hace un año las boténuevamente porque estaba atravesando una crisis espantosa; se fue mi esfero adorado (colecciono esferos) se fueron mis gafas (rosadas, mi color), se perdió el pasaporte de Tiag y no pudo viajar con sus primos, se iba mi Morgana a estudiar y se fue mi marido. (A él sí tocódejarle ir, eso no se puede fabricar en las tiendas); en todo caso volviendo a las gafas, las busqué por el mundo, pero en todo almacén on line que entraba decía: Out of stock. Le pedí a Nadia que busque por todo París y a mi hermana en todos los outlets donde se encontraba. Ya resignada intentéuna última vez en ebay antes de salir a Boston. Decía: Last pair. Y llegaron y ahora las uso. Con ellas entré a una tienda glamorosa sintiéndome con un aire a Jackie O. en los 70s. Esa hermosa y elegante mujer siempre salía de las mejores tiendas llena de bolsas y con unas gafas muy chics. Yo la admiraba desde las Vanidades y los Buen Hogar de mi madre. El problema es que por más que intente, yo no soy Jackie O. No tengo el glamour; la torpeza y la dislexia corporal han sido parte de mi vida. Y en la chaqueta se había pegado el sticker del calentador que compré para hacer ejercicios y que decía: The ultimate tummy flattener. (Es una calentador que dice que te hace ver flaca sí o sí) Esperemos. Pero en todo caso no era elegante el que estuviera pegado a mi chaqueta invernal. Creo que es porque las etiquetas se me pegan. Alguna vez salí con el saco que decía Large y mi amigo Mathieu dijo que eso no se hacía, si por lo menos fuera Small, peroLaaaaaarge. A Diane Von Furstenberg, en cambio entrécon la chaqueta al revés y la dependienta no me quiso ni saludar. En todo caso, glamorosa o no, ahora soy feliz en Boston, Tiag también y aún me quedan cuatro maravillosos días. Mi amiga Ani dice que no hay que depender de los apegos, creo que lo estoy logrando, estoy aprendiendo a vivir el momento, a pesar de que yo me he arrastrado sin remedio para no dejar ir a las personas, haciendo los peores papelones de mi vida y humillándome hasta la vergüenza. Con eso toca vivir. Así que durante estos días, en medio de la nieve viví el segundo; fuimos al museo de ciencias y nos acostamos en una cama de clavos, disfrutédel Boston Ballet y mañana llevo a Tiag a ver Zootopia. Hace cuatro años comenzaron mis despedidas. Tú te fuiste, Juan cuando tenía 28 años y pensé que no lo iba a lograr. Se fue de este mundo, Mami y pensé que no lo iba a lograr. Al año siguiente partió mi hija Nadia a estudiar y pensé que no lo iba a lograr. Salí de la casa donde había vivido casi toda mi vida y pensé que no lo iba a lograr. Hace casi un año mi marido decidió tomar otro camino en la vida y penséque no lo iba a lograr, y mi hija Morgana vino a estudiar a Boston y pensé que no lo iba a lograr; pero las cosas se dan de una extraña manera y a los cincuenta y más estoy comenzando a dejar ir. Ahora somos Tiag, yo y el gato, el hermoso y elegante Lotus (él sí es glamoroso y elegante). Nos acompañamos. Vivo para los sábados con mi hermana Lorena y las conversaciones con Margarita, la hermosa persona que trabaja conmigo y que tan compañera ha sabido ser. Juntas nos reímos de la vida. Ella me cuenta que su hermana ha llegado a Estados Unidos, luego de un mes de travesía, lanzándose al río en boya porque no sabe nadar, sobreviviendo dentro de un container hasta que le llegue al don Coyote el pago. Gloria Steinem dice que todas tenemos una motocicleta morada dentro de nosotras que nos permite vivir aventuras. Por eso vivo para cada viaje, y cada viaje es una lección, una dosis de energía y un año más de juventud.

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