Estamos en el aeropuerto. Hemos dejado a Morgana. Tres semanas atrás llegamos, en medio de una calurosa tarde, a Boston. No recordaba la ciudad a pesar de haber estado aquí durante dos ocasiones hace más de treinta años. La llegada fue hermosa. Estábamos Tiag, Morgana y yo yo llenos de ilusiones y nerviosos. Nos recibió Little Italy, un mini estudio en la planta baja de un barrio donde cada inmueble hace altares a los santos católicos. Mi cuñada Isabel vino con mi sobrina Lucía a vernos y nos fuimos a comer. Tomamos vino y festejamos. Fue un hermoso primer día. Ahora, tres semanas más tarde, volvemos Tiag y yo a Quito, orgullosos de dejar a Morgana fuerte, casi habituada, nerviosa por sus clases, pero decidida a seguir. Qué recuerdo de la primera semana. El segundo día en que Tiag nos despertó a las 7 de la mañana, algo que nunca hace, pues suele ser bastante dormilón y nos preguntó que qué hacíamos durmiendo. Nos vestimos rápido y fuimos a explorar. Llegamos a Berklee College of Music. Morgana cumplía su sueño. Llegaba a la escuela que tanto había ambicionado, era su nuevo hogar. Recuerdo esa semana también nuestro paseo al museo de ciencia, la exposición de Pixar, la visita al museo de Lego y por supuesto la salida a Bed, Bath and Beyond a comprar todo lo que Morgana necesitaba para vivir en su dorm. Recuerdo nuestras salidas en zip car con Isabel, la ida al cine, y finalmente nuestras caminatas por Newburry y Boylston st. , el tomar helados Amorino en memoria de Nadia y su île st. Louis, por la que espero estar pronto. Recuerdo nuestras risas al dormirnos los tres y los sueños que tenemos cada uno con respecto a la vida. Así llegó el viernes en que emprendimos nuestra aventura al mundo mágico de Disney. Disneylandia siempre ha sido algo importante en nuestras vidas. Desde que yo tenía cinco años y mi mamá conoció con mi papá el Disneylandia de Los Ángeles y vino maravillada a contarnos. Nos hablaba que la tierra de los cuentos de hadas era real y que nadie era infeliz en ese lugar. Me trajo un disco vinil con el cuento de Cenicienta, que a pesar de no entender, lo escuchaba noche y día. Pasarían algunos años hasta llegar a conocer el Disney World de Orlando. Tendría ya nueve años. Iríamos con mis padres, Juan Esteban, y mi tío Simón y disfrutaríamos cada segundo. En ese entonces era sólo ese parque, Disney World. Recuerdo una tarde, mi madre y yo solas paseando por ahí; mi padre en el hotel haciendo una siesta y Simón y tú, Juan, no sé, pero éramos las dos y estábamos felices. A lo largo de la vida cada vez que nos sentíamos tristes, pensábamos en Disney, para algunos puede sonar superficial y hasta plástico, en fin… Ya no tengo edad para aguantar los pensamientos de otros; cada uno es feliz a su manera, y nosotros éramos felices pensando en la genialidad que había tenido Disney para crear un mundo tan fantástico. Cuando mi padre murió, mi madre dijo: Para animarnos vamos a Disney; no pudimos hacerlo, al mes a mi hermana le diagnosticaron diabetes y no le permitían viajar,¿recuerdas, Juan? Después fuimos a conocer Epcot Center y quedamos maravillados. Y así han pasado muchos años y ya tres generaciones de Disney. Por cosas del destino Tiag debía ir esta vez con sus primos, pero Darth Vader entróuna noche y se escapó con el pasaporte de Tiag, de manera que no pudo cumplir su sueño y con gran valentía se despidió de sus primos, les deseó lo mejor y se quedó; aunque esa noche lloró amargamente y nunca podréperdonarle a Darth Vader el que haberse metido con un niño de diez años, además de que me parece que para eso tuvo hasta ayuda del Emperador y sus secuaces. Duele tanto más lo que les ocurre a los hijos que lo que le pasa a uno mismo. Me dolió tanto esa pérdida que terminé en el hospital con una crisis de Adisson. En fin, Amidala, que es como solía llamarme alguien que alguna vez fue luminoso, logró el sueño de un fin de semana: Blizzard Beach, Magic Kingdom y Universal, (con una noche de outlet incluida) Parece mentira, lo logramos y a pesar del calor, de las colas, y del cansancio, fuimos felices. Tiag se hizo por primera vez La Montaña Espacial. Su carita a la salida no la cambio por nada. Hay momentos en la vida… hay momentos…. Nuestras carcajadas en el hotel los tres mirando la tele, el sentarnos muertos de hambre en el restaurant de Pinocho y disfrutar de cada bocado, la mansión embrujada… (creo que es una de las mejores direcciones de arte del mundo) Me puedo hacer cien veces esa atracción y la disfruto como la primera vez; cantar con los muñequitos del Pequeño Mundo que este es un mundo de risas, un mundo de lágrimas, un mundo de miedo y un mundo de esperanza, tan cercano y certero. Hay momentos… Y momentos fueron estar en el mundo maravilloso de Harry Potter y subirse al tren que te lleva a Diagon Alley. Parece un sueño y el lunes estuvimos de vuelta en Boston. Ahora nos vamos, esta vez cansados, pero somos aventureros. Pronto, muy pronto espero estar en otro avión cumpliendo otro sueño. Ahora vamos a abordar; el presente que nos espera es el quinto grado que comienza a cursar Tiag, el miedo ante una posible erupción, el seguir caminando pensando que la vida es hermosa a pesar del dolor, a pesar de las decepciones, a pesar de la maldad, a pesar de la indiferencia. Creo firmemente que cada etapa es una lección, que me sigo levantando y eso vale todo, que por las noches soy capaz de enviar amor y bendecir a todas las personas cercanas. Hay momentos…Y hoy, luego de un buen trabajo realizado del que me siento totalmente orgullosa, es el momento de partir.
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